Atención con esta plegaria folk que nace desde el polvo, la pérdida y la esperanza. Se siente como esas canciones que aparecen como la única manera de hacerle justicia a una experiencia que vivimos; es un guiño sonoro a la fragilidad de la vida y el valor de la conexión humana. Es un tema con alma porque está inspirado en el recuerdo caótico de un amigo perdido de Gerber. Una despedida cantada amorosamente y que a todos nos dará escalofríos... de los buenos.
Desde un inicio, la pista se encarga de crear un espacio sonoro cálido y nostálgico, nos alienta con guitarras y arreglos sutiles que envuelven a la voz principal con honestidad. Existe una aportación instrumental delicada que se dedica todo el tiempo en elevar todas las emociones que van floreciendo a lo largo y ancho de la canción.
Claramente se convertirá en un himno rítmico para aquellos quienes han amado, perdido y sobre todo, seguido adelante. Las historias personales contadas con corazón y melodía pueden ser un evento colectivo y una experiencia transformadora.