Transgalectica vuelve a demostrar que la música no es solo entretenimiento, sino un espacio de confrontación. En su más reciente entrega, la banda desarma con dureza las falsas ideologías que han construido los poderes políticos y sociales, esas que se imponen sin razón, sin libertad y sin ciencia, pero con la fuerza de la manipulación.
La crudeza del Rock/Punk es el vehículo perfecto para sostener esta denuncia, creando una atmósfera rasposa que nos golpea de frente. Y justo cuando la rabia parece consumarlo todo, un cierre inesperado con tintes orquestales abre una grieta de esperanza, como si nos dijeran que aún en medio del colapso es posible levantar algo distinto.
Transgalectica no busca suavizar el mensaje: lo que entrega es un llamado a la incomodidad, a poner en tela de juicio lo que se nos da por hecho. La música se convierte aquí en un arma crítica, y esa es precisamente su fuerza.

