La escena del rock alternativo moderno se ha visto privilegiada con el reciente relanzamiento del sencillo “Amber”, de ReeToxA.
El single, un orgulloso ejemplar del grunge crossover es, ni más ni menos, la primera canción escrita por su autor, Jason McKee. La primogénita, cuyo nacimiento data del ya lejano año 1995, conserva toda su fuerza original, toda vez que aborda un tema de esos que jamás pasan de moda: El sufrimiento causado por una herida de amor. En palabras del propio autor, para lograr un buen tema no hace falta mucha complicación técnica, con “tres acordes y la verdad”, basta para que una canción arrase con todo a su paso, cual tsunami de notas o avalancha de sentimientos.
Cuentan que un poema de amor, o más bien de desamor, fue la base, emocional y lírica, que luego se convertiría en canción. Un poema escrito cuando el autor tenía el corazón roto porque creía haber conquistado a la chica que le gustaba, pero otras personas interfirieron para que la relación no se consolidase, saboteando su felicidad a punta de prejuicios.
A la hora de numerar las exquisiteces que contiene esta canción, hay que empezar, pues, por la letra, misma que consiste en un llamado, apasionado y visceral, a que la chica escuche a su corazón y no obedezca a chantajes ni a las exigencias de la “popularidad” juvenil. Muy unido al punto de la letra, el vocalista no se puede dejar de mencionar. El artista es dueño de una voz muy particular, y también del don de hacer uso de ella de manera que conquiste la confianza del público. Es una voz auténtica, sin dulcificación ni pulimentos, una voz natural, no construida artificialmente. Es, en definitiva, la voz perfecta para ejecutar una canción como esta, en la que un hombre con el corazón en la mano lanza un llamado ancestral, clama para que su chica responda al amor que él le ofrece.
Y ahora hablemos de la música. En este aspecto, “Amber” es toda una experiencia auditiva. Conserva los aires clásicos y algo rústicos del grunge de los 90´s, con sus guitarras saturadas, armonías sencillas y alta emotividad, mientras que la producción moderna le añade unos tintes de despreocupada contemporaneidad. El resultado es una experiencia súper interesante: es como estar escuchando una producción actual brotando de un cassette de cinta magnética.
Desde la perspectiva de la instrumentalización, el tema pone en alto la bandera del minimalismo musical. El riff principal, ejecutado por la guitarra eléctrica, lleva toda la carga melódica, mientras que la batería se mantiene con patrones directos, sin sobrecargar el arreglo y dejando a la voz fluir sin dificultad. El bajo es discreto, aporta sostén a todo el entramado, pero no destaca en su ejecución, por lo que su presencia es fundamental pero sutil. Esta receta instrumental es un éxito total, una ejecución limpia, simple y deliciosa al oído.
Creo que la clave de este éxito radica en el hecho de que, en la producción toda, siempre se tuvo la intención de conservar la esencia emocional del poema primigeniamente escrito, y no contaminar ese aire sentimental con pretensiones de superioridad musical ni derroche de medios tecnológicos. Para cuidar la pureza poética, el sonido se mantiene reverente, solemne, postrado ante el sacrosanto llamado de amor que ejecuta la voz.
Con “Amber”, ReeToxA se anota otro punto a favor: una obra que demuestra que la música, en tanto lenguaje universal, no necesita tanto de la sofisticación o la complejidad técnica, sino que basta con poner en ella el alma, con total honestidad.
Al echar una mirada en conjunto a todos los elementos que configuran este tema, llego a la conclusión de que “Amber” es una perla preciosa que ha cruzado límites generacionales usualmente infranqueables, es la máquina del tiempo que ha logrado que versos escritos hace más de 30 años, compuestos bajo los patrones estéticos de aquella época, ahora estén a disposición de los enamorados de hoy en día, no solo para ser admirados, sino también para que se apropien de ellos y los usen para expresar sus dolores, para suturar las heridas de amor en los tiempos actuales. “Amber” es una canción que propicia que dos generaciones, separadas por el tiempo, los patrones y conceptos sociales, encuentren un punto coincidente, un espacio donde ambas se delitan de igual manera, reconociéndose como seres humanos expuestos de idéntica forma a los cataclismos de los amores frustrados.
El amor no cambia, por mucho que pasen las décadas. La generación Z sufre por amor tal y como lo hizo en su momento la generación X, y así seguirá, sucesiva e inalterablemente, hasta el fin de los tiempos.
